Por Roberto López

Bajo un Sol Abrazador | Octubre 2024

Por Roberto López & AI

Capítulo 1 | EL REGRESO A CASA

Mexicali la envolvió en un calor que golpeaba con la fuerza de una ola, sofocante y omnipresente la recibió como un abrazo pesado, sofocante.  Lai 莱 había olvidado lo intenso que podía ser, incluso al final del verano. Sus pulmones se llenaron del aire seco cuando bajó del avión, y la sensación fue más familiar de lo que hubiera querido admitir. A pesar de los años que pasó en China, su verdadero hogar siempre había sido Mexicali, un lugar donde el desierto y la historia compartían un mismo destino.

Su abuelo la esperaba en la puerta de llegadas, vestido con su siempre impecable camisa y mandil blancos. Aunque su sonrisa se mantenía firme, Lai 莱 no pudo evitar notar lo cansado que se veía. El restaurante familiar, que había sido su vida durante más de cincuenta años, estaba en problemas. Su abuelo nunca lo diría abiertamente, pero había sido la llamada de su primo Kevin lo que la trajo de regreso. El negocio, el legado familiar que él había levantado con tanto esfuerzo, corría peligro de desaparecer.

—Abuelo —sus palabras salieron con un leve temblor, incapaz de ocultar la emoción que sentía al verlo después de tanto tiempo. —dijo  Lai 莱 mientras lo abrazaba—. Te he echado de menos.

—Yo también, niña —respondió él, su voz ronca por la edad—. Pero es hora de que estés aquí, donde perteneces.

El camino hacia la Chinesca era corto, pero cada esquina traía recuerdos de su infancia | las tiendas con letreros en chino y español, los puestos de comida donde los aromas se mezclaban en el aire, y el bullicio de una ciudad que no dormía. Todo le parecía igual, y a la vez, diferente. Había algo en el aire, una sensación de inminencia, como si el tiempo corriera más rápido de lo que debía.

El restaurante “Impelial Galden” se encontraba en el corazón de la Chinesca. Desde pequeña, Lai 莱 había corrido por sus pasillos, ayudando a sus padres y abuelos con las mesas y, más tarde, en la cocina. Había aprendido a cocinar antes que a leer. El restaurante había sido un punto de encuentro para la comunidad china y mexicana durante décadas, famoso por sus platillos que combinaban lo mejor de ambas culturas. Pero ahora, su brillo parecía desvanecerse. Las paredes necesitaban una mano de pintura, las mesas estaban gastadas por el uso, y el cartel sobre la entrada colgaba torcido, como si el mismo restaurante estuviera agotado.

—Mañana te mostraré todo —dijo su abuelo mientras entraban—. Pero hoy, descansa. Estás en casa.

 Lai 莱 asintió, aunque sabía que el descanso no llegaría tan fácilmente. Algo en su interior la inquietaba. No era solo la preocupación por el restaurante, era algo más. Como si el lugar guardara secretos que aún no estaba preparada para descubrir.

Capítulo 2 | UN ENCUENTRO BAJO TIERRA

El sol todavía no llegaba a su punto más alto cuando  Lai 莱 y su abuelo caminaron por las calles adoquinadas de la Chinesca. El aire de la mañana era engañosamente fresco, pero  Lai 莱 sabía que pronto el calor sofocante de Mexicali volvería a apoderarse de la ciudad.

Su abuelo, a pesar de los años, mantenía un paso firme, aunque su rostro dejaba entrever las marcas del tiempo. Su camisa blanca, con el delantal aún atado a la cintura, era un recordatorio constante de su dedicación al restaurante que había fundado hacía ya más de cinco décadas.  Lai 莱 lo seguía en silencio, con la mente dividida entre los recuerdos de su infancia y la creciente incertidumbre sobre el futuro del restaurante.

—Vamos a los túneles —dijo él, rompiendo el silencio—. Quiero que veas algo antes de que los visitantes lleguen.

 Lai 莱 asintió sin preguntar. Desde pequeña, había escuchado las historias sobre los túneles que recorrían la Chinesca. Su abuelo le había contado cómo los inmigrantes chinos los construyeron para protegerse del calor y de los prejuicios. Lo que nunca le había dicho era que esos túneles también albergaban secretos más oscuros, que poco a poco  Lai 莱 empezaba a descubrir.

La entrada a los túneles era discreta, oculta tras un edificio antiguo que alguna vez había sido un almacén. Al acercarse, Lai 莱 vio a un grupo de personas reunidas cerca de la entrada, preparándose para el recorrido histórico que la Asociación China organizaba para recordar la importancia de esos pasadizos. Entre ellos, un hombre de complexión fuerte y porte tranquilo destacaba entre el grupo. Llevaba una mochila al hombro y parecía más interesado en la estructura del edificio que en las conversaciones a su alrededor.

—Primera vez en los túneles, ¿verdad? —le preguntó el hombre cuando  Lai 莱 se acercó.

Su voz era cálida, y su sonrisa amistosa la hizo sentir una extraña familiaridad.  Lai 莱 lo miró con curiosidad.

—Sí, nunca había entrado —respondió ella, devolviendo la sonrisa—. Aunque crecí aquí, nunca me animé a bajar.

El hombre asintió, como si comprendiera más de lo que ella decía.

—Yo tampoco había entrado, aunque mi abuelo solía contarme historias sobre ellos. —Extendió la mano—. Soy Tito, por cierto.

 Lai 莱 estrechó su mano, algo intrigada por ese nombre.

— Lai 莱 —dijo, observando cómo la chispa en los ojos de Tito se encendía al escuchar su nombre.

— Lai 莱… creo que nuestros abuelos se conocieron hace mucho tiempo. Mi abuelo, Lázaro, fue agricultor en el valle. Solía hablar de los chinos que trabajaban en sus ranchos. Puede que tu familia estuviera entre ellos.

El corazón de  Lai 莱 dio un vuelco. Claro, el nombre Lázaro era conocido. Su abuelo siempre le contaba sobre el agricultor que contrataba a los inmigrantes chinos para trabajar en los campos de algodón del Valle de Mexicali. Su familia había trabajado allí antes de establecerse en la Chinesca y abrir el restaurante.

—Es posible —dijo  Lai 莱, tratando de asimilar la coincidencia—. Mi familia llegó a Mexicali en los primeros años del siglo pasado. Mi abuelo trabajó en los ranchos antes de abrir el restaurante.

El guía del recorrido llamó la atención del grupo en ese momento, indicando que era hora de adentrarse en los túneles.  Lai 莱 y Tito intercambiaron una mirada antes de seguir al grupo hacia la entrada de piedra desgastada que conducía bajo tierra. Mientras descendían por la estrecha escalera, el aire se volvía más denso, más fresco, y el eco de sus pasos resonaba en las paredes.

Capítulo 3 | LOS ECOS DEL PASADO

Los túneles eran más vastos de lo que  Lai 莱 había imaginado. Estaban iluminados por lámparas instaladas recientemente, pero las paredes de ladrillo y las vigas de madera que las sostenían conservaban el aura de tiempos pasados. Las leyendas decían que estos túneles habían sido testigos de actividades ilegales, de reuniones secretas y de contrabando, pero también eran un refugio para aquellos inmigrantes que buscaban un lugar seguro en una tierra que no siempre los aceptaba.

El guía comenzó a relatar la historia de los túneles, contando cómo fueron construidos por la comunidad china para escapar del calor y almacenar mercancías. Pero no pasó mucho tiempo antes de que el relato cambiara hacia la época de la Ley Seca, cuando los túneles se convirtieron en rutas clandestinas para el contrabando de alcohol hacia los Estados Unidos.  Lai 莱 escuchaba con atención, pero notaba que Tito parecía más absorto en los detalles arquitectónicos, como si algo en los túneles le resultara especialmente significativo.

—Mi abuelo mencionaba estos túneles —dijo Tito en voz baja, como si hablara más para sí mismo que para ella—. Decía que no solo eran para guardar cosas… Se rumoreaba que algunas de las mercancías que cruzaban aquí no eran precisamente legales.

 Lai 莱 asintió, recordando que su abuelo también había mencionado esa parte de la historia, aunque nunca entraba en detalles.

—Al Capone —susurró  Lai 莱, medio en broma—. Dicen que estuvo aquí.

Tito sonrió.

—Eso cuentan. Aunque, ¿quién sabe cuánta verdad hay en esas historias?

Ambos siguieron caminando, el sonido de sus pasos mezclándose con el eco de las voces del grupo. Mientras se adentraban más en los túneles, Lai 莱 no pudo evitar sentir una extraña conexión con ese lugar. No era solo la historia de la Chinesca lo que resonaba en esas paredes; era su propia historia, la de su familia, y también la de Tito, aunque apenas empezaban a descubrirlo.

—Entonces, ¿qué te trajo de vuelta a Mexicali? —preguntó Tito, rompiendo el silencio.

 Lai 莱 suspiró.

—El restaurante de mi abuelo. Las cosas no están yendo bien, y creo que quiere que lo ayude a salvarlo. Pero no sé si es posible. Los inversionistas quieren modernizar esta zona. Si lo logran, la Chinesca tal como la conocemos desaparecerá.

Tito asintió con seriedad.

—Es lo mismo en todo Mexicali. La ciudad está cambiando más rápido de lo que podemos adaptarnos. Mi familia también está preocupada por el valle. Los ranchos de mi abuelo están a la venta. Las tierras agrícolas se están convirtiendo en desarrollos inmobiliarios, y siento que estamos perdiendo una parte importante de nuestra historia.

El sonido de la voz del guía interrumpió sus pensamientos, llamándolos de nuevo a la realidad del recorrido.  Lai 莱 y Tito intercambiaron una mirada cómplice antes de seguir adelante. Ambos sabían que los secretos de los túneles eran solo el principio de lo que estaba por desvelarse.

Capítulo 4 | UNA OFERTA PELIGROSA

Después del recorrido, Lai 莱 y Tito salieron a la superficie y volvieron a sentir el calor del sol de Mexicali sobre sus cabezas. Habían pasado más tiempo en los túneles de lo que esperaban, y el día se acercaba a su final. A lo lejos, Lai 莱 podía ver a su abuelo hablando con un grupo de hombres que claramente no eran de la comunidad.

—Esos son los inversionistas, ¿no? —preguntó Tito, siguiendo la dirección de su mirada.

 Lai 莱 asintió, apretando los puños.

—Sí, ellos quieren convertir la Chinesca en un centro turístico moderno. Pero no entienden lo que este lugar significa para nosotros.

Tito frunció el ceño.

—Hay mucho en juego aquí. Si la modernizan, toda esta historia, la historia de nuestras familias, desaparecerá.

 Lai 莱 miró a su abuelo. Sabía que él estaba cansado, que la lucha por mantener el restaurante y preservar la historia de la Chinesca era una batalla que no podía librar solo. Pero también sabía que no podía permitir que el legado de su familia fuera borrado tan fácilmente.

—Tengo que hablar con ellos —dijo  Lai 莱, con determinación.

Capítulo 5 | EL PESO DEL PASADO

Lai 莱 se sentó en la mesa más cercana a la ventana del restaurante, observando las calles vacías de la Chinesca a través de los vidrios opacos. El día estaba llegando a su fin, pero las preocupaciones que cargaba apenas comenzaban a pesarle. Desde el recorrido por los túneles, la tensión en su pecho no había disminuido. Los túneles, los secretos que escondían, y los hombres con los que había visto hablando a su abuelo… todo parecía un laberinto de preguntas sin respuestas.

—¿Qué opinas? —preguntó su abuelo mientras servía té en dos tazas de porcelana que parecían tan antiguas como el restaurante mismo.

 Lai 莱 levantó la vista. Sabía que esa era su manera de invitarla a hablar, de pedirle su opinión sin decirlo directamente.

—Vi a esos hombres —dijo ella con cautela—. Los inversionistas.

Su abuelo asintió, pero no dijo nada. Tomó un sorbo de té, su mirada fija en la taza, como si allí se escondiera la respuesta a los problemas que los rodeaban.

—Quieren comprar el edificio —continuó  Lai 莱—. Quieren convertir la Chinesca en un lugar turístico. Hoteles, restaurantes modernos… todo lo que va en contra de lo que este lugar representa.

El silencio se extendió entre ellos. Sabía que su abuelo estaba cansado, no solo físicamente, sino emocionalmente. Años de lucha por mantener el restaurante, por preservar la historia de su familia, le habían pasado factura.

—No es una decisión fácil, Lai 莱 —dijo finalmente, su voz baja y pausada—. Estoy cansado. Este lugar… —hizo una pausa, mirando alrededor del restaurante— …ya no es lo que solía ser.

 Lai 莱 sintió un nudo en el estómago. Sabía que la situación era complicada, pero no podía soportar la idea de que el restaurante, el legado de su familia, desapareciera.

—Pero no podemos rendirnos —insistió, con una firmeza que incluso la sorprendió—. No después de todo lo que has hecho por este lugar, por la comunidad. Si dejamos que se apoderen de esto, perderemos algo más que un restaurante.

Su abuelo la miró a los ojos, y en ese momento, Lai 莱 vio el peso de los años reflejado en su mirada. Sabía que, para él, seguir luchando ya no era una opción. Pero para  Lai 莱, el combate apenas comenzaba.

Capítulo 6 | LA PROPUESTA

Al día siguiente, Tito decidió visitar a  Lai 莱 en el restaurante. El recorrido por los túneles había despertado en él un interés que no esperaba. La historia de su abuelo, Lázaro, y su conexión con la comunidad china parecía más cercana de lo que había imaginado. Había algo en ese lugar, en los túneles, que lo hacía sentir que aún quedaban muchas historias por descubrir, muchas verdades enterradas bajo capas de polvo y olvido.

Cuando llegó, encontró a  Lai 莱 discutiendo con un hombre corpulento que llevaba un traje gris. Su voz estaba alzada, aunque intentaba mantener la calma. Desde la puerta, Tito pudo distinguir fragmentos de la conversación.

—…no estoy interesada en vender —decía  Lai 莱 con una mezcla de firmeza e incomodidad.

—Es una oferta generosa, señorita —respondió el hombre, su tono frío y calculador—. No obtendrás una mejor. Este lugar… está cayéndose a pedazos. Sabes tan bien como yo que no podrás mantenerlo mucho tiempo más.

Tito frunció el ceño, reconociendo al hombre como uno de los inversionistas que había visto en el recorrido por los túneles. Dio unos pasos hacia adelante y aclaró la garganta, interrumpiendo la conversación.

—¿Todo bien aquí? —preguntó, su tono neutro, pero con una clara intención de apoyar a  Lai 莱.

El hombre de traje se giró, examinando a Tito por un momento antes de sonreír con desdén.

—Esto no es asunto tuyo, amigo. Estoy tratando de cerrar un negocio.

—No lo parece —respondió Tito, cruzando los brazos—. Y en cuanto a negocios, este restaurante es de la familia de  Lai 莱. Si ella no quiere vender, deberías respetarlo.

El inversionista lo miró por un momento, como si evaluara la situación, antes de soltar un suspiro forzado.

—Está bien. Por ahora. Pero recuerda —dijo, dirigiéndose a  Lai 莱—, la oferta está sobre la mesa. No durará mucho.

El hombre se giró y salió del restaurante sin mirar atrás.  Lai 莱 dejó escapar un suspiro de alivio, aunque la tensión en sus hombros no desapareció del todo.

—Gracias por eso —dijo ella, mirando a Tito con gratitud—. No sé qué hubiera hecho si hubieras llegado más tarde.

Tito sonrió, aunque su preocupación seguía latente.

—No tienes por qué hacerlo sola. ¿Qué van a hacer ahora?

 Lai 莱 se encogió de hombros, su expresión oscureciéndose.

—No lo sé. Mi abuelo está agotado, y no quiere seguir luchando. Pero yo no puedo dejar que esto termine así. No después de todo lo que nuestra familia ha hecho por este lugar.

Tito asintió, comprendiendo su situación. Sabía lo que era sentir la responsabilidad del legado familiar pesando sobre los hombros. Lo había sentido muchas veces mientras miraba los ranchos de su abuelo, que ahora estaban abandonados, esperando ser vendidos al mejor postor.

—Quizás no tengas que hacerlo sola —dijo Tito después de un momento—. Hay maneras de enfrentar esto, formas de preservar el restaurante y la historia sin tener que vender.

 Lai 莱 lo miró, sorprendida por la seriedad en sus palabras.

—¿Qué estás sugiriendo?

Tito tomó una bocanada de su cigarro antes de responder.

—Organizar una coalición. La comunidad china, los residentes de la Chinesca… podemos unirnos para defender este lugar. No solo el restaurante, sino todo lo que representa la Chinesca. Si logramos que la gente entienda lo que está en juego, podríamos detener a los inversionistas.

 Lai 莱 dejó la taza sobre la mesa, sus pensamientos girando en torno a la idea. Sabía que no sería fácil. Convencer a la comunidad, organizar eventos, recaudar fondos… todo eso requeriría tiempo y esfuerzo. Pero quizás, solo quizás, era la única opción que les quedaba.

—Vale la pena intentarlo —dijo finalmente, su voz más segura de lo que se sentía—. No tengo idea de cómo empezar, pero tienes razón. No puedo dejar que todo esto desaparezca sin luchar.

Tito sonrió de nuevo, esta vez con una chispa de entusiasmo en los ojos.

—No te preocupes, empezar es la parte fácil. Lo difícil será convencer a todos de que vale la pena salvar este lugar. Pero si algo sé, es que las historias como la de tu familia y este restaurante… no se pueden borrar tan fácilmente.

Capítulo 7 | EL PRIMER PASO

Los días siguientes fueron un torbellino de actividad para  Lai 莱. Con la ayuda de Tito, comenzaron a organizar reuniones con los miembros de la comunidad china y los residentes de la Chinesca. Era un esfuerzo que requería tiempo, paciencia y una enorme cantidad de energía. Pero a medida que las semanas pasaban, Lai 莱 comenzó a notar un cambio. La gente estaba interesada. Querían saber más sobre la historia de los túneles, del restaurante y de lo que estaba en juego si los inversionistas lograban su objetivo.

Una tarde, mientras revisaba antiguos documentos en el sótano del restaurante, Lai 莱 encontró un viejo álbum de fotos que no había visto antes. Las imágenes eran en blanco y negro, descoloridas por el tiempo, pero mostraban escenas que le resultaban vagamente familiares | su abuelo, mucho más joven, trabajando en la cocina; su abuela sirviendo té a los clientes; y, en una foto especialmente significativa, un grupo de trabajadores chinos y mexicanos posando juntos en los campos de algodón.

 Lai 莱 estudió la foto con cuidado, notando una figura que reconoció de inmediato | Don Lázaro, el abuelo de Tito, de pie al lado de su propio abuelo. La conexión entre las dos familias era más profunda de lo que había imaginado. Ambos hombres habían trabajado juntos, construyendo algo más grande que ellos mismos. Y ahora, esa responsabilidad recaía sobre ella y Tito.

—Es increíble, ¿no? —dijo Tito, que acababa de entrar en el sótano y vio la foto por encima de su hombro.

 Lai 莱 asintió, sintiendo un nudo de emociones en la garganta.

—Ellos nunca dejaron de luchar por lo que creían. No podemos rendirnos ahora.

Capítulo 8 | VOCES DEL PASADO

Los días se convirtieron en semanas, y el ambiente en la Chinesca comenzó a cambiar.  Lai 莱 y Tito habían logrado algo que, al principio, parecía imposible | despertar el interés de la comunidad. Las reuniones con los residentes y los líderes de la Asociación China se habían multiplicado, y poco a poco, la gente comenzaba a darse cuenta de que había más en juego que solo la modernización de la Chinesca. Se trataba de la preservación de una historia que había sido construida con esfuerzo, sacrificio y el trabajo conjunto de chinos y mexicanos.

Sin embargo, no todos estaban convencidos. Algunos miembros de la comunidad, especialmente los más jóvenes, veían los planes de modernización como una oportunidad para transformar la zona, atraer turismo y generar ingresos. Los viejos ideales de preservación del legado no resonaban de la misma manera para aquellos que no habían crecido con las historias de lucha y resistencia que  Lai 莱 y Tito conocían tan bien.

Una tarde, Lai 莱 estaba revisando algunos documentos antiguos que su abuelo había guardado en el restaurante. Entre ellos, encontró cartas que hablaban de los primeros días de la comunidad china en Mexicali. Eran relatos de hombres y mujeres que llegaron a tierras desconocidas, huyendo de la exclusión y buscando una nueva oportunidad en el Valle de Mexicali. Algunas cartas mencionaban a Don Lázaro, el abuelo de Tito, como uno de los primeros en abrir sus tierras a los inmigrantes chinos, contratándolos para trabajar en los campos de algodón.

La conexión entre sus familias era innegable, y  Lai 莱 no podía evitar sentir que el destino los había reunido para cumplir una misión. Mientras leía las cartas, una figura se acercó al restaurante. Era Tito, con su habitual sonrisa calmada, pero algo en su rostro parecía preocupado.

—¿Todo bien? —preguntó  Lai 莱, dejando las cartas a un lado.

Tito se encogió de hombros y se sentó frente a ella, cruzando los brazos sobre la mesa.

—Algunos miembros de la comunidad no están convencidos. Creen que la modernización es inevitable, que no podemos detener lo que está por venir.

 Lai 莱 lo miró en silencio, sabiendo que esas palabras pesaban más de lo que él admitía.

—¿Tú qué piensas? —preguntó ella finalmente.

Tito suspiró, mirando por la ventana hacia las calles polvorientas de la Chinesca.

—No es que quiera que esto desaparezca. Pero he visto cómo cambia el mundo. Las ciudades crecen, la gente se adapta… a veces siento que estamos luchando contra algo mucho más grande que nosotros.

—Quizás lo estamos —dijo  Lai 莱, con una mezcla de determinación y duda—. Pero si no lo intentamos, todo lo que nuestros abuelos construyeron se perderá. No se trata solo del restaurante, Tito. Se trata de lo que este lugar significa para la comunidad. Si dejamos que lo destruyan, perderemos algo más que edificios antiguos. Perdemos nuestra historia.

Tito la miró, y en su mirada había una mezcla de admiración y cansancio. Sabía que  Lai 莱 tenía razón, pero también entendía que el camino que estaban emprendiendo no sería fácil.

—Tienes razón —dijo él después de un momento—. Y creo que deberíamos organizar algo grande. Un evento que muestre a todos lo que realmente está en juego. Algo que una a la comunidad, que los haga ver que esto no es solo nostalgia, es nuestra identidad.

 Lai 莱 sonrió, aunque una parte de ella temía que no fuera suficiente. Pero sabía que no podían rendirse. No ahora.

—Un evento… ¿qué tienes en mente? —preguntó, intrigada.

Tito se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con una chispa de entusiasmo.

—Una gran celebración. El aniversario de los 120 años de la comunidad china en Mexicali está a la vuelta de la esquina. Podemos convertirlo en un evento comunitario, algo que traiga a todos aquí. Música, comida, historias… algo que muestre lo que este lugar significa para nosotros. Si logramos que la gente lo vea, los inversionistas no tendrán tanto poder.

Capítulo 9 | LA FUERZA DE LA COMUNIDAD

La idea de Tito no tardó en cobrar vida. En cuestión de días, Lai 莱 y Tito comenzaron a organizar la gran celebración para conmemorar los 120 años de la comunidad china en Mexicali. La Asociación China, que al principio se mostraba escéptica, decidió apoyarlos, viendo en el evento una oportunidad no solo de celebrar el pasado, sino también de unir a las nuevas generaciones en la lucha por la preservación de la Chinesca.

Las semanas previas al evento fueron un torbellino de actividad.  Lai 莱 pasó las mañanas en el restaurante, ayudando a su abuelo y preparando el menú especial para la celebración, mientras Tito recorría la ciudad, hablando con los residentes y organizando las actividades culturales. Había mucho en juego, y ambos lo sabían. Si la celebración fracasaba, las posibilidades de detener la modernización serían casi nulas.

Una tarde, mientras Lai 莱 estaba en la cocina, su abuelo se acercó en silencio. Aunque su edad comenzaba a notarse en su andar, su mente seguía afilada, y sus ojos reflejaban la misma determinación que siempre había visto en él.

—Estás haciendo un buen trabajo, Lai 莱 —dijo él, con una sonrisa tenue—. Tu padre estaría orgulloso.

 Lai 莱 sintió una punzada en el pecho al escuchar esas palabras. Su padre había trabajado en el restaurante durante años antes de su repentina muerte, y desde entonces, el peso del legado familiar había recaído sobre su abuelo. Ahora, era ella quien llevaba esa responsabilidad.

—No quiero que esto desaparezca, abuelo —dijo  Lai 莱, susurrando como si hablar más fuerte rompiera la magia de ese momento—. Sé que es difícil, pero no puedo imaginar este lugar sin el restaurante, sin la historia que representa.

Su abuelo asintió lentamente, como si entendiera su lucha.

—Luchamos durante muchos años, Lai 莱. Pero también es importante saber cuándo dejar ir. Lo que estás haciendo ahora… es más que suficiente. Si esta celebración logra que la comunidad vea lo que este lugar significa, entonces habremos ganado, sin importar lo que ocurra después.

 Lai 莱 no dijo nada, pero en su interior, una nueva determinación comenzó a surgir. No podía fallar. No después de todo lo que su abuelo había sacrificado por ese lugar.

Capítulo 10 | ECOS DEL PRESENTE Y EL PASADO

La noche de la gran celebración llegó más rápido de lo que  Lai 莱 había anticipado. El restaurante estaba decorado con faroles rojos, y las calles de la Chinesca se llenaron de música, risas y el bullicio de las personas que habían venido a celebrar los 120 años de la comunidad china en Mexicali. Era una mezcla vibrante de culturas, donde los platillos chinos se mezclaban con los sabores mexicanos, y las historias del pasado se contaban al calor de los fuegos artificiales que iluminaban el cielo.

 Lai 莱 estaba en el restaurante, asegurándose de que todo estuviera en orden. Los clientes iban y venían, probando el menú especial que había preparado con tanto esmero, y ella podía ver en sus rostros una mezcla de nostalgia y asombro. Había logrado algo importante, algo que conectaba a las personas con su historia, con sus raíces.

En el centro de la celebración, Tito hablaba con algunos líderes de la comunidad, explicando la importancia de la Chinesca y lo que estaba en juego.  Lai 莱 lo observaba desde lejos, admirando su capacidad para unir a las personas, para hacerlas ver lo que realmente importaba. No había sido fácil, pero juntos habían logrado organizar un evento que resonaba con el alma de la comunidad.

De repente, entre la multitud, Lai 莱 vio a uno de los inversionistas que había intentado comprar el restaurante. Su presencia la hizo tensarse, pero al mismo tiempo, le dio una nueva energía. Ese hombre representaba todo lo que estaba tratando de evitar | la desaparición del pasado, la destrucción del legado de su familia.

Con determinación, Lai 莱 cruzó el restaurante y se dirigió hacia él. Esta vez, no estaba dispuesta a ceder.

—¿Disfrutando de la celebración? —preguntó, su tono más desafiante de lo que esperaba.

El hombre la miró, sorprendido por su audacia.

—Es una buena fiesta —dijo él, con una sonrisa fría—. Pero eso no cambia nada. Al final, el progreso siempre gana.

 Lai 莱 lo miró fijamente, sus ojos llenos de una determinación que no había sentido en mucho tiempo.

—El progreso no siempre significa borrar el pasado —respondió—. A veces, preservar lo que ya tenemos es la mejor manera de avanzar.

El hombre se encogió de hombros, claramente desinteresado en el debate. Pero Lai 莱 no necesitaba su aprobación. Sabía que, pase lo que pase, esa noche había logrado algo importante. Había mostrado a la comunidad lo que realmente estaba en juego, y no iba a rendirse.

Capítulo 11 | AGUAS TURBULENTAS

El eco de la celebración aún resonaba en las calles de la Chinesca cuando Lai 莱 regresó al restaurante al día siguiente. Aunque había sido un éxito, no podía ignorar la sensación de que la batalla apenas comenzaba. La visita de los inversionistas durante el evento había sido un recordatorio brutal de que, aunque habían logrado ganar tiempo, los intereses económicos detrás de la modernización no se detendrían fácilmente.

Tito apareció poco después, cargando un fajo de folletos en sus manos. Parecía animado, pero Lai 莱 notó una sombra de preocupación en su rostro.

—La comunidad ha respondido bien —dijo Tito, dejando los folletos sobre una mesa—. Hay más personas interesadas en apoyar la causa, pero…

—¿Pero? —repitió Lai 莱, sintiendo el peso de la palabra en el aire.

—Hablé con algunos miembros de la Asociación China esta mañana —continuó Tito—. Ellos creen que la única manera de asegurar que los inversionistas no se apoderen del restaurante y los túneles es obtener protección histórica para la Chinesca. Eso nos daría el respaldo legal que necesitamos para detener cualquier plan de modernización.

Tito sacudió la cabeza, mostrando su frustración.

—Demasiado. Y el problema es que los inversionistas ya están moviéndose rápido. Si no logramos detener sus planes en las próximas semanas, podrían empezar a comprar propiedades aquí y allá. Una vez que tengan suficientes, será imposible frenarlos.

Antes de que Lai 莱 pudiera responder, Tito frunció el ceño, visiblemente preocupado.

—Vi a uno de los periodistas que está cubriendo la historia —dijo él, pasándose una mano por el cabello—. Es El Magaña. Fue mi profesor en el CETYS. No sé si esto sea bueno o malo.

Lai 莱 frunció el ceño, intrigada.

—¿Lo conoces bien?

Tito asintió.

—Sí, y es un tipo que puede ser muy duro. Es buen periodista, pero a veces busca el ángulo más polémico de la historia. En mis años de estudiante, me enseñó mucho sobre cómo cuestionar la verdad, cómo buscar más allá de lo obvio… pero ahora me preocupa lo que pueda estar buscando aquí.

Antes de que Lai 莱 pudiera responder, la puerta del restaurante se abrió y El Magaña entró con una sonrisa amplia, su cámara colgada al cuello. Parecía amigable, pero había un brillo inquisitivo en sus ojos que dejaba claro que estaba buscando algo más que una historia superficial.

—¡Tito! —exclamó el periodista con entusiasmo, acercándose a él—. No puedo creer que te encuentre aquí, después de tantos años. ¿Cómo te ha tratado la vida, muchacho?

Tito estrechó su mano con una sonrisa forzada.

—Bien, Magaña. Trabajando en algunos proyectos aquí en la Chinesca. Y parece que tú también estás interesado en lo que está pasando por aquí.

El Magaña asintió, echando una mirada rápida alrededor del restaurante.

—Ya sabes cómo es esto, Tito. Donde hay una buena historia, ahí estaré. Y esta historia… —hizo una pausa dramática—, tiene mucho más de lo que se ve a simple vista, ¿no crees?

Lai 莱 observaba la interacción con cautela. Sabía que Tito respetaba a El Magaña, pero también notaba que la conversación no iba a ser fácil. El periodista tenía la habilidad de encontrar ángulos incómodos, y ella temía lo que pudiera descubrir.

—He escuchado algunos rumores sobre los túneles —continuó El Magaña, sin perder tiempo—. ¿Es cierto que hay más que leyendas en esos pasadizos? Algunos mencionan cosas sobre fumaderos de opio y contrabando. Sabes, la gente ama una buena historia oscura, y esos rumores podrían atraer mucho interés.

Lai 莱 sintió un nudo en el estómago. Los rumores siempre habían estado ahí, pero ahora, con los inversionistas buscando cualquier excusa para desacreditar su lucha, no podían permitirse que esos relatos tomaran protagonismo.

—Son solo eso, rumores —respondió Lai 莱, antes de que Tito pudiera intervenir—. Los túneles tienen una historia larga y complicada, pero lo que realmente importa es lo que representan para la comunidad. Son parte de nuestro legado.

El Magaña la miró con curiosidad, pero volvió su atención a Tito.

—Vamos, Tito. Sabes tan bien como yo que las historias más interesantes son las que se esconden debajo de la superficie. ¿Estás seguro de que no hay algo más en esos túneles que valga la pena explorar?

Tito apretó los labios, sabiendo que su relación con El Magaña lo ponía en una situación difícil. Quería proteger la integridad del restaurante y de la historia de la Chinesca, pero también entendía que no podía ignorar por completo los rumores que circulaban. Decidió abordar la situación de forma diplomática.

—Magaña, sé que siempre buscas lo que hay detrás de la historia, y respeto eso. Pero aquí estamos hablando de algo más grande que leyendas. Estamos luchando por preservar la identidad de un lugar que ha sido el corazón de una comunidad durante generaciones. Hay mucho en juego, y los rumores solo distraen de lo que realmente importa.

El periodista lo miró durante unos segundos antes de asentir lentamente.

—Entiendo. No prometo nada, pero veré qué puedo hacer con la historia. Sabes que siempre busco la verdad… pero a veces esa verdad tiene muchas caras.

Después de intercambiar algunas palabras más, El Magaña se despidió, dejando a Lai 莱 y Tito con la sensación de que la situación no estaba completamente bajo control. Sabían que el periodista seguiría investigando, y había una buena posibilidad de que los rumores sobre los túneles resurgieran. Pero al menos por ahora, habían logrado evitar que la historia tomara un giro negativo inmediato.

Capítulo 12 | SOMBRAS DE LOS TÚNELES

Esa noche, Lai 莱 no pudo dormir. Las palabras de El Magaña seguían resonando en su mente, mezclándose con las historias que su abuelo le había contado de niña sobre los túneles. Sabía que había secretos en esos pasadizos, cosas que tal vez su abuelo nunca le contó del todo. Pero también sabía que esos rumores podían ser utilizados en su contra, especialmente si los inversionistas los manipulaban para desacreditar su lucha.

Decidió salir del restaurante y caminar por las calles vacías de la Chinesca. El aire fresco de la noche la ayudó a despejar su mente, pero no sus dudas. Sabía que, si quería enfrentarse a lo que venía, tendría que conocer la verdad, toda la verdad, sobre los túneles y el papel que su familia jugó en su historia.

Llegó a la entrada de los túneles, ahora cerrada para el público después del evento. Pero Lai 莱 tenía la llave. Su abuelo siempre le había confiado esa responsabilidad, aunque ella nunca entendió por qué. Ahora, mientras descendía las escaleras hacia el frío y oscuro subsuelo, empezó a sentir que las piezas de ese rompecabezas finalmente se estaban uniendo.

Las paredes de los túneles estaban desgastadas, cubiertas de polvo y musgo, pero había algo en el aire, una sensación de peso que la hacía avanzar más despacio, como si el lugar mismo quisiera contarle una historia que había estado esperando mucho tiempo para ser escuchada.

Al llegar a una bifurcación que no recordaba haber visto antes, Lai 莱 se detuvo. Sabía que algo importante estaba al final de ese camino, algo que podría cambiar todo lo que creía saber sobre su familia y su historia.

Capítulo 13 | VERDADES ENTERRADAS

 Lai 莱 descendió más profundamente en los túneles, con solo una linterna en mano que proyectaba sombras inquietantes en las paredes de ladrillo. A medida que avanzaba, el aire se volvía más pesado, cargado de una historia que parecía susurrar desde las mismas piedras. La bifurcación en la que se había detenido era nueva para ella, un camino que no recordaba haber visto en sus visitas anteriores.

Su corazón latía con fuerza. Sabía que estaba a punto de descubrir algo importante, algo que su familia había mantenido oculto, tal vez por décadas. Pero también sabía que la verdad no siempre era fácil de aceptar.

El túnel se angostaba a medida que avanzaba, hasta que finalmente llegó a una pequeña puerta de madera, deteriorada por el tiempo.  Lai 莱 respiró hondo y empujó la puerta con cuidado. Crujió al abrirse, revelando una pequeña sala subterránea que parecía haber estado intacta por años.

Dentro de la sala, había estanterías llenas de cajas de madera viejas y desmoronadas. En una de las paredes, colgaba una lámpara de aceite oxidada, que daba la sensación de haber sido usada hace mucho tiempo.  Lai 莱 se acercó a las cajas, su corazón en un puño, y empezó a abrir una de ellas.

Lo que encontró dentro fue inesperado. Viejos registros, documentos escritos en mandarín, algunos con letras en español, y fotografías descoloridas que mostraban a hombres y mujeres chinos trabajando en los campos, sus rostros cansados pero decididos. Entre los documentos, había algo más sorprendente | recibos de mercancías que habían pasado por los túneles, algunos fechados en la época de la Ley Seca.

 Lai 莱 sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Los rumores sobre el uso de los túneles para contrabando no eran completamente falsos. Pero al mirar los nombres en los recibos, no vio el de su abuelo. En su lugar, había otros nombres, personas de la comunidad que parecían haber estado involucradas en actividades que su familia nunca mencionó.

Entonces, al fondo de la caja, encontró algo más. Una carta, cuidadosamente doblada, con el nombre de su abuelo en la parte superior.  Lai 莱 la abrió con manos temblorosas, y mientras leía, sus ojos se llenaron de lágrimas.

Capítulo 14 | EL RETORNO A LA SUPERFICIE

 Lai 莱 subió por las escaleras de los túneles, con el corazón más ligero, pero también lleno de una nueva carga. El descubrimiento de la verdad sobre su abuelo la fortalecía, pero también complicaba las cosas. Sabía que Tito debía saber lo que había encontrado, pero también era consciente de que El Magaña podría utilizar cualquier detalle que saliera a la luz para crear una narrativa que beneficiara a los inversionistas.

Al llegar al restaurante, Tito ya estaba esperándola. Estaba sentado en una mesa cerca de la ventana, con su expresión preocupada.  Lai 莱 se acercó y se sentó frente a él, todavía procesando todo lo que había descubierto.

—¿Encontraste algo? —preguntó Tito, directo al grano.

 Lai 莱 asintió lentamente, sacando la carta de su bolsillo y poniéndola sobre la mesa.

—Lo encontré. Mi abuelo no estaba directamente involucrado en el contrabando, pero sabía lo que pasaba en los túneles. Ayudó a algunos de los trabajadores chinos a escapar de la persecución cuando las cosas se pusieron difíciles. Todo está aquí.

Tito tomó la carta con cuidado y la leyó en silencio. Cuando terminó, asintió, aunque su rostro mostraba una mezcla de emociones.

—Esto explica muchas cosas —dijo finalmente—. Pero también complica las cosas. Si El Magaña o cualquier otro periodista se entera de esto, podrían usarlo en nuestra contra.

 Lai 莱 apretó los labios, sintiendo el peso de la verdad. Sabía que Tito tenía razón. Aunque la carta demostraba que su abuelo había actuado con buenas intenciones, la prensa siempre buscaría el ángulo más sensacionalista, y eso podría destruir todo lo que habían logrado hasta ahora.

—Tenemos que ser cuidadosos —dijo  Lai 莱, susurrando como si las paredes pudieran escuchar—. No podemos dejar que esto se convierta en munición para los inversionistas. Pero tampoco quiero ocultar lo que mi abuelo hizo. Lo hizo por su gente.

Tito asintió, su mirada fija en la carta.

—Tal vez haya una manera de usar esto a nuestro favor —dijo él después de un momento—. Si presentamos esta historia con cuidado, podemos mostrar que tu abuelo no era un criminal, sino un protector. Alguien que ayudó a los suyos cuando más lo necesitaban.

 Lai 莱 lo miró con sorpresa, sus ojos entrecerrándose mientras procesaba lo que Tito estaba sugiriendo.

—¿Cómo podríamos hacer eso?

Tito sonrió, aunque su expresión seguía siendo seria.

—Podríamos compartir esta historia con la comunidad primero, en nuestras propias palabras. Hacer que ellos entiendan la verdad antes de que los medios lo distorsionen. Y si logramos que la comunidad respalde lo que estamos diciendo, los inversionistas perderán una parte importante de su argumento. Sería más difícil para ellos desacreditar el legado de tu abuelo si la gente lo apoya.

 Lai 莱 pensó en la idea durante un largo momento, sintiendo cómo la esperanza comenzaba a crecer dentro de ella. Tito tenía razón. Si podían controlar la narrativa y ganarse el apoyo de la comunidad, los inversionistas perderían fuerza. Pero sabía que esto sería arriesgado. Todo dependería de cómo presentaran la historia.

—Hagámoslo —dijo finalmente, con más confianza de la que sentía—. Pero tenemos que ser cuidadosos. Esta historia tiene que ser contada de la manera correcta.

Tito asintió, con una chispa de determinación en sus ojos.

—Lo haremos. Juntos.

Capítulo 15 | CONTROLANDO LA NARRATIVA

El salón de eventos de la Asociación China estaba completamente en silencio mientras  Lai 莱 terminaba de leer la carta de su abuelo. La atmósfera estaba cargada de emociones encontradas. Algunos de los asistentes, especialmente los más ancianos, recordaban esos tiempos difíciles y asintieron con la cabeza en señal de respeto. Para otros, más jóvenes, la revelación fue impactante, una pieza de historia desconocida que ahora caía sobre sus hombros.

Tito, de pie al lado de  Lai 莱, observaba a la audiencia con atención. Sabía que la aceptación de la comunidad era crucial para poder enfrentar a los inversionistas, y aunque había preocupación en el aire, también notaba la creciente simpatía hacia  Lai 莱 y su lucha.

Finalmente, uno de los miembros más respetados de la comunidad, el señor Wong 黄, un hombre de avanzada edad y líder de la Asociación China se puso de pie. Sus ojos, pequeños y vivaces, recorrían la sala antes de detenerse en  Lai 莱.

—Tu abuelo fue un hombre honorable, Lai 莱 —dijo con una voz firme, que resonó en todo el salón—. No muchos en su posición habrían hecho lo que él hizo. Proteger a los suyos, incluso cuando eso ponía en riesgo su propia seguridad, es algo que debemos respetar y honrar. La comunidad debe saber la verdad, pero también debemos asegurarnos de que esta historia no sea malinterpretada.

 Lai 莱 sintió que un peso se aligeraba de sus hombros al escuchar las palabras de Wong 黄. Él era una de las figuras más influyentes de la comunidad, y su apoyo era fundamental para legitimar su lucha.

—Gracias, señor Wong 黄 —respondió  Lai 莱, con gratitud en su voz—. Eso es lo que quiero. Que la comunidad entienda lo que sucedió y que vean a mi abuelo como lo que fue | un protector, no un criminal.

El señor Wong 黄 asintió y, al hacerlo, otros en la audiencia comenzaron a mostrar su aprobación, algunos asintiendo, otros murmurando entre sí. Tito observó con alivio cómo el ambiente empezaba a cambiar. El miedo inicial que muchos sentían al enfrentar los rumores de los túneles se desvanecía, reemplazado por una sensación de unidad y de lucha compartida.

—Tenemos que asegurarnos de que esta historia llegue al público de la manera correcta —continuó Wong 黄—. No podemos dejar que los medios o los inversionistas distorsionen lo que tu familia ha hecho por nosotros. Si trabajamos juntos, podemos evitar que la Chinesca sea destruida.

La reunión concluyó con un sentimiento de esperanza renovada. La comunidad estaba del lado de  Lai 莱 y Tito, y sabían que ahora tenían el respaldo necesario para enfrentarse a la presión externa. Pero aún había mucho por hacer.

Capítulo 16 | JUGANDO CON EL TIEMPO

Con la comunidad unida, Lai 莱 y Tito se sentaron a planificar los siguientes pasos. Sabían que no podían perder tiempo. Los inversionistas seguían avanzando con sus planes, y aunque la opinión pública empezaba a inclinarse a su favor, la lucha aún no estaba ganada.

—Tenemos que asegurarnos de que El Magaña no saque una historia antes de que nosotros tengamos el control completo de la narrativa —dijo Tito, observando los artículos recientes que algunos medios locales habían publicado sobre la Chinesca—. Si publica algo que haga parecer que ocultamos esta parte de la historia, podría destruir todo el apoyo que hemos logrado.

 Lai 莱 asintió, mirando por la ventana hacia las calles de la Chinesca, que ahora se sentían más vivas que nunca. La celebración reciente había despertado un renovado interés por el barrio, y sabía que muchas miradas estaban sobre ellos.

—Tendremos que enfrentarnos a él —dijo  Lai 莱 finalmente—. Hablar con El Magaña directamente y asegurarnos de que entienda lo que está en juego aquí. No quiero que distorsione la historia de mi abuelo.

Tito frunció el ceño, sabiendo que esto sería complicado. El Magaña era un periodista experimentado, y aunque había sido su profesor, no era alguien que fácilmente aceptara ser controlado en su enfoque. Pero también sabía que, si no intentaban manejar la situación, las consecuencias podrían ser desastrosas.

—Lo contactaré —dijo Tito, tomando su teléfono—. Voy a intentar concertar una reunión. Tal vez si le mostramos la carta y le explicamos la verdad antes de que publique algo, podamos evitar que saque conclusiones precipitadas.

 Lai 莱 lo miró, agradecida de no tener que enfrentar este reto sola. Tito siempre había estado a su lado, apoyándola en cada paso, y ahora más que nunca necesitaba su fortaleza.

Capítulo 17 | LA ENTREVISTA DECISIVA

El encuentro con El Magaña fue organizado en un café tranquilo, cercano a la joyería y casa de cambio del Sr. Kuri. Era un lugar discreto, alejado del bullicio de la Chinesca, lo que lo convertía en el lugar ideal para una conversación importante sin interrupciones. Las vitrinas de la joyería de su padre, llenas de brillantes relojes y cadenas de oro, reflejaban el sol de la tarde, mientras los clientes iban y venían en la casa de cambio, un negocio que había prosperado en la familia de los Kuri durante generaciones.

Tito y  Lai 莱 llegaron antes, revisando una vez más los documentos que iban a presentar. La carta del abuelo de  Lai 莱 era su pieza clave, y sabían que cómo la presentaran sería crucial para definir la percepción que el periodista tendría sobre su historia.

El Magaña llegó poco después, con su habitual sonrisa amigable, pero con la mirada de alguien que buscaba más allá de las palabras.

—¡Tito, Lai 莱! —exclamó El Magaña mientras se sentaba—. Gracias por aceptar reunirse conmigo. He estado investigando más sobre los túneles y la historia de tu familia, Lai 莱. Y debo decir que hay muchas cosas interesantes que he encontrado.

 Lai 莱 intercambió una mirada rápida con Tito antes de hablar.

—Eso es precisamente por lo que queríamos hablar contigo —dijo, tratando de mantener la calma—. Sabemos que hay muchos rumores sobre lo que ocurrió en los túneles, pero lo que realmente importa es la verdad. Mi abuelo ayudó a nuestra comunidad en tiempos difíciles, y no quiero que su historia sea malinterpretada.

El Magaña asintió, apoyando sus codos sobre la mesa, mientras echaba una rápida mirada a la joyería de la familia de MarySilvia, recordando viejos tiempos.

—Entiendo, Lai 莱. Pero mi trabajo como periodista es buscar todos los ángulos de la historia. La gente quiere saber la verdad, toda la verdad. Y aunque la historia de tu abuelo es importante, no puedo ignorar lo que sucedió en esos túneles. La conexión con el contrabando y las actividades ilegales sigue siendo un tema delicado.

Tito intervino, notando la creciente tensión.

—Magaña, lo sabemos. No estamos aquí para ocultar nada. De hecho, queremos ser transparentes. Por eso te trajimos esta carta.

Le pasó la carta de su abuelo, y El Magaña la tomó con interés. A medida que leía, su expresión cambió de curiosidad a algo más profundo, como si estuviera empezando a ver la historia de una manera diferente.

—Esto es… interesante —dijo finalmente, levantando la vista de la carta—. No esperaba algo así. Parece que tu abuelo realmente hizo más de lo que se sabía. Protegió a su gente. Eso cambia las cosas.

 Lai 莱 soltó un suspiro de alivio, aunque sabía que el peligro aún no había pasado.

—Esa es la historia que queremos contar —dijo ella—. Mi abuelo no fue un criminal. Fue alguien que protegió a la comunidad cuando nadie más lo hacía. Pero también necesitamos que la historia se cuente de manera justa. No podemos permitir que los inversionistas utilicen estos rumores en nuestra contra.

El Magaña asintió lentamente, como si estuviera procesando todas las piezas del rompecabezas.

—Haré lo que pueda —dijo él finalmente—. La historia es más compleja de lo que pensé, pero quiero asegurarme de que la verdad salga a la luz. Eso es lo que importa al final.

Capítulo 18 | PREPARANDO EL TERRENO FINAL

Después de la reunión con El Magaña, Lai 莱 y Tito sintieron que habían dado un paso importante hacia el control de la narrativa. El periodista había prometido ser justo en su cobertura, lo cual era todo lo que podían pedir en ese momento. Sin embargo, sabían que los inversionistas no se detendrían tan fácilmente.

En los días que siguieron, Lai 莱 y Tito comenzaron a organizar un evento comunitario aún más grande, uno que sería clave para asegurar el futuro de la Chinesca. Querían hacer del barrio un sitio de interés cultural protegido, lo que les daría la ventaja legal que tanto necesitaban para detener los proyectos de modernización.

El restaurante, que había estado al borde del colapso, ahora era un centro de actividad. La gente llegaba no solo para comer, sino para ofrecer su apoyo. Los residentes de la Chinesca, tanto chinos como mexicanos, comenzaban a ver el valor de lo que estaban a punto de perder si los inversionistas se salían con la suya.

Pero mientras los preparativos avanzaban, Lai 莱 no podía dejar de pensar en los secretos que aún quedaban por descubrir. Sabía que los túneles guardaban más historias, más piezas de un pasado que aún no conocía por completo. Y con cada paso que daba hacia el futuro, sentía que el pasado tiraba de ella, exigiendo ser revelado.

Capítulo 20 | EL GRAN EVENTO

El día del gran evento comunitario finalmente llegó. La Asociación China, junto con la ayuda de MarySilvia, Genaro y Tito, había logrado convocar a una multitud significativa. El evento no solo estaba enfocado en preservar la Chinesca, sino también en destacar la profunda conexión histórica y cultural entre las comunidades china y mexicana en Mexicali.

Banderas, farolillos y puestos de comida adornaban las calles. La música tradicional china se mezclaba con la música folclórica mexicana, creando una atmósfera vibrante de unión y celebración.  Lai 莱, con su abuelo a su lado, observaba todo desde la entrada del restaurante, sabiendo que lo que sucediera ese día determinaría el futuro de su lucha.

Cuando llegó el momento de las presentaciones, Tito subió al escenario primero. Agradeció a la comunidad por su apoyo y presentó a MarySilvia, quien habló sobre la importancia de preservar el patrimonio cultural y cómo la Chinesca debía ser protegida no solo como un lugar físico, sino como una parte vital de la identidad de Mexicali.

Luego, Genaro tomó el micrófono. La multitud estaba en silencio mientras comenzaba a contar las historias que su padre le había transmitido. Relató cómo, de niño, su padre había trabajado en los ranchos con los chinos, compartiendo no solo el trabajo físico, sino también la comida, el idioma y las costumbres. Había una profunda camaradería entre ambos pueblos, y esas historias, que hasta entonces habían sido solo relatos orales, ahora resonaban con una fuerza renovada.

—La Chinesca no es solo de los chinos —dijo Genaro con emoción—. Es nuestra. Es la historia de todos los que crecimos aquí, de los que trabajamos y vivimos codo a codo con ellos. Y si permitimos que destruyan este lugar, estaremos perdiendo más que un barrio. Estaremos perdiendo nuestra identidad.

La multitud estalló en aplausos. Los asistentes sentían el peso de esas palabras, y muchos de ellos compartían la misma historia | una historia de colaboración, de lucha y de amistad entre las comunidades china y mexicana.

 Lai 莱, observando desde la multitud, sintió que algo importante estaba sucediendo. Sabía que, en ese momento, habían ganado algo más que el apoyo de la comunidad. Habían ganado una nueva comprensión de lo que significaba la Chinesca para todos.

Capítulo 21 | UNIENDO FUERZAS

Después de la reunión en el café cercano a la joyería del papá de MarySilvia, el ambiente en la Chinesca comenzó a cambiar. Cada día, más y más personas se sumaban al movimiento para proteger el barrio. Lo que había comenzado como un pequeño esfuerzo para preservar el restaurante de  Lai 莱 se había transformado en una lucha más amplia por la historia y la identidad de Mexicali.

MarySilvia, con su capacidad para tejer conexiones entre distintas áreas de la sociedad, comenzó a movilizar a artistas, intelectuales y figuras influyentes del ámbito cultural. Sus contactos en el mundo académico ayudaron a difundir la importancia histórica de la Chinesca como un símbolo de la cooperación entre las comunidades china y mexicana.

Genaro, por su parte, utilizó las historias que su padre le había contado para conectar con las generaciones mayores de la comunidad. En reuniones informales en la plaza central y en las casas de viejos amigos, Genaro relataba los detalles de cómo los inmigrantes chinos habían trabajado mano a mano con los mexicanos, luchando por sobrevivir en los duros campos del valle. Esas historias resonaban con fuerza entre los residentes más antiguos, quienes empezaron a ver la importancia de preservar la Chinesca no solo como un símbolo chino, sino como un legado compartido por todos.

Lai 莱 y Tito se sintieron más fuertes con el apoyo de sus amigos. Lo que al principio parecía una batalla imposible ahora comenzaba a verse como una victoria potencial. Sin embargo, ambos sabían que los inversionistas no se rendirían fácilmente. Habían recibido noticias de que se planeaba una reunión privada entre los principales interesados en la modernización de la Chinesca. Sería el último intento de esos grupos por asegurar su control sobre el barrio.

—No podemos dejar que eso pase —dijo Tito una noche, mientras caminaba junto a  Lai 莱 por las calles silenciosas de la Chinesca—. Si logran cerrar ese acuerdo, será muy difícil revertirlo.

—¿Qué podemos hacer? —preguntó  Lai 莱, sintiendo el peso de la responsabilidad. Sabía que estaba liderando una causa que iba más allá de su familia, pero también sentía el miedo de fracasar.

—Necesitamos un golpe de efecto —respondió Tito—. Algo que cambie el rumbo de esta reunión, que muestre a todos los involucrados que la comunidad no permitirá que destruyan este lugar.

Fue entonces cuando MarySilvia apareció con una idea.

—Podemos organizar una gran manifestación pacífica el mismo día de la reunión —sugirió—. Llevar a la comunidad al frente del edificio donde se reúnan los inversionistas. No de manera agresiva, sino como una demostración de unidad. Si ven cuánta gente está dispuesta a luchar por este lugar, será difícil que sigan adelante sin enfrentar una reacción pública enorme.

Tito y  Lai 莱 intercambiaron una mirada. Era arriesgado, pero era su mejor opción.

—Hagámoslo —dijo  Lai 莱, con la firmeza que había heredado de su abuelo—. No podemos permitir que esto se decida a puertas cerradas.

Capítulo 22 | LA MANIFESTACIÓN DE LA CHINESCA

El día de la reunión de los inversionistas llegó con un aire de tensión palpable. El sol de Mexicali golpeaba fuerte, pero eso no disuadió a las decenas de personas que comenzaron a reunirse frente al edificio donde se llevaría a cabo la reunión privada. Banderas de la comunidad china ondeaban junto a banderas mexicanas, y los farolillos rojos tradicionales decoraban las calles, creando un ambiente de celebración pacífica, pero decidida.

MarySilvia estaba al frente de la organización, asegurándose de que todos los detalles estuvieran en su lugar. Había logrado convocar a periodistas locales y nacionales, asegurándose de que la manifestación tuviera la cobertura mediática que necesitaban para presionar a los inversionistas.

Genaro, por su parte, se encontraba en medio de la multitud, contando una vez más las historias de su padre. Las personas lo rodeaban, escuchando atentamente cómo su padre había trabajado codo a codo con inmigrantes chinos en los campos del valle. Sus relatos servían como un recordatorio de que la Chinesca era más que un simple barrio | era un símbolo de la cooperación entre culturas, una historia que no debía ser destruida.

Tito, siempre junto a  Lai 莱, observaba la creciente multitud con una mezcla de orgullo y nerviosismo.

—Esto es lo que necesitamos —dijo él, sosteniendo la mano de  Lai 莱—. Si los inversionistas ven esto, sabrán que no pueden ganar.

Mientras tanto, dentro del edificio, los inversionistas comenzaban su reunión. Entre ellos, algunos empezaron a recibir informes sobre lo que estaba sucediendo afuera. Las multitudes, las banderas, los periodistas… todo eso comenzaba a crear un ambiente incómodo.

Uno de los inversionistas, un hombre de negocios que había liderado la propuesta de modernización frunció el ceño mientras miraba por la ventana hacia la manifestación.

—No esperábamos esto —dijo a sus colegas—. Si seguimos adelante, la oposición será mucho mayor de lo que pensábamos. Esto podría volverse en nuestra contra.

Los otros inversionistas comenzaron a dudar. Sabían que el éxito de cualquier proyecto dependía no solo de las finanzas, sino también de la percepción pública. Y ahora, esa percepción estaba cambiando.

Capítulo 23 | EL DESENLACE

La manifestación continuó durante horas, pacífica pero firme. Los discursos de Genaro y otros miembros de la comunidad resonaban en el aire, mientras los periodistas capturaban cada momento. Los inversionistas, acorralados por la presión pública, no tuvieron más opción que retrasar la reunión y reconsiderar sus planes.

Esa misma tarde, se emitió un comunicado oficial en el que los inversionistas anunciaban que suspenderían indefinidamente cualquier proyecto de modernización en la Chinesca. La presión de la comunidad y la atención mediática habían sido demasiado grandes para ignorarlas.

La noticia fue recibida con vítores y aplausos por la multitud.  Lai 莱, aliviada pero aún incrédula, sintió que un peso enorme se levantaba de sus hombros. Su abuelo, que había seguido la lucha desde el restaurante, la abrazó con lágrimas en los ojos.

—Lo lograste —dijo él, con la voz entrecortada por la emoción—. Salvaste nuestro hogar.

Tito, a su lado, la miraba con orgullo. Sabía que sin  Lai 莱, sin su determinación y su amor por el legado de su familia, nada de esto habría sido posible.

MarySilvia y Genaro se unieron a ellos, rodeados por la comunidad, sabiendo que juntos habían logrado lo que parecía imposible. La Chinesca había sido protegida, no solo por la historia que representaba, sino porque se había convertido en un símbolo de la resistencia y la unión de todos los que vivían en Mexicali.

Capítulo 24  | NUEVOS CAMINOS

Con el paso de los meses, la vida en la Chinesca comenzó a estabilizarse. Después de la manifestación y la victoria sobre los inversionistas, la comunidad continuó trabajando para revitalizar el barrio, no solo como un sitio turístico, sino como un espacio que representara la historia viva de Mexicali. Nuevos proyectos comenzaron a surgir | restauraciones en los edificios más antiguos, recorridos guiados por los túneles con un enfoque en su historia cultural, y exposiciones de arte que celebraban la mezcla de culturas.

 Lai 莱, ahora más relajada tras la intensa lucha por proteger el legado de su familia, decidió dedicar tiempo a algo que siempre había pospuesto | la escritura. Inspirada por las cartas y documentos que había encontrado en los túneles, comenzó a trabajar en un libro que narraba la historia de la Chinesca desde una perspectiva personal. Sabía que las generaciones futuras debían conocer no solo los hechos históricos, sino las emociones y los sacrificios que permitieron que ese lugar se convirtiera en lo que es hoy.

Una tarde, mientras trabajaba en el restaurante, MarySilvia entró con una sonrisa y una carpeta bajo el brazo.

—Tengo algo para ti —dijo, sentándose frente a  Lai 莱.

 Lai 莱, intrigada, dejó su cuaderno de notas a un lado y abrió la carpeta. Dentro había una propuesta para un festival cultural, algo que MarySilvia había estado planeando en secreto desde la manifestación. El festival incluiría exposiciones de arte, gastronomía, y música tanto china como mexicana, y destacaría la historia de la comunidad en Mexicali.

—Quiero que tú y Genaro se encarguen del segmento sobre la historia de la Chinesca —dijo MarySilvia con una sonrisa—. Nadie mejor que ustedes para contarla.

 Lai 莱 la miró sorprendida, pero también emocionada.

—Sería un honor —respondió, sintiendo una renovada energía.

El festival prometía ser una celebración que uniría a más personas en torno a la cultura que tanto habían luchado por preservar.

Capítulo 25 | LA SOMBRA DEL PASADO

Aunque las cosas parecían ir bien para todos, el éxito no estaba exento de desafíos. Genaro, quien había sido una figura clave en la lucha por la Chinesca, comenzó a lidiar con las complejidades de reconectar con su propio pasado. Las historias de su padre le habían dado un lugar central en la comunidad, pero también le habían hecho reflexionar sobre la vida de su familia, su herencia, y lo que significaba ser parte de una historia compartida entre chinos y mexicanos.

Una tarde, Genaro se encontró caminando solo por los túneles que ahora eran un destino turístico. Mientras miraba las paredes desgastadas y sentía el eco de los pasos de los visitantes, no podía dejar de pensar en cómo había cambiado su percepción de esos lugares. Lo que una vez fueron pasadizos secretos ahora eran caminos iluminados, pero las historias que él había escuchado de niño seguían vivas en su mente.

Decidió visitar a  Lai 莱 en el restaurante, donde siempre encontraba una cálida bienvenida.

— Lai 莱 —dijo Genaro mientras se sentaban a tomar té—, he estado pensando en todas las historias que mi padre me contaba y en lo que hemos hecho con la Chinesca. A veces me pregunto si hemos cambiado demasiado.

 Lai 莱 lo miró con una sonrisa comprensiva.

—Es natural sentir eso, Genaro. Los lugares cambian, las personas cambian, pero lo importante es que no hemos dejado que se pierda lo que realmente importa. La historia está viva, no solo en los edificios, sino en las personas que la recuerdan.

Genaro asintió, aunque seguía sintiendo esa inquietud en el fondo. Sabía que su lugar en la comunidad estaba asegurado, pero también sentía que necesitaba encontrar una nueva manera de contribuir, algo que le permitiera conectar más profundamente con su propia identidad.

—Tal vez sea momento de escribir mi propia historia —dijo, medio en broma.

 Lai 莱 sonrió.

—Eso suena como una gran idea.

Capítulo 26 | CONSTRUYENDO EL FUTURO

Mientras tanto, Tito se encontraba en una encrucijada. Después de haber pasado tanto tiempo luchando por la Chinesca, sentía que había encontrado un propósito en su vida. Sin embargo, la pregunta de si debía quedarse en Mexicali o regresar a Guadalajara seguía pesando en su mente.

Una noche, mientras paseaba por las calles ahora bulliciosas del barrio, Tito se encontró con El Magaña, quien estaba tomando fotografías de algunos de los edificios restaurados. Su antiguo profesor se había convertido en un aliado clave durante la lucha, y su serie de artículos sobre la Chinesca había sido ampliamente leída y aclamada.

—¡Tito! —exclamó El Magaña, alzando una mano para saludarlo—. No esperaba verte por aquí a estas horas.

Tito sonrió y se acercó a él.

—Solo estaba pensando en lo que viene después.

El Magaña lo miró con una sonrisa astuta.

—Esa es la pregunta eterna, ¿no? Pero, si me preguntas a mí, lo que viene después es simplemente la continuación de lo que ya empezaste. Lo que tú y  Lai 莱 lograron aquí es solo el comienzo.

Tito asintió, sintiendo que esas palabras le daban claridad.

—Tal vez tienes razón —respondió—. Después de todo lo que hemos hecho aquí, siento que mi lugar está en Mexicali, al menos por ahora.

El Magaña le dio una palmada en el hombro.

—Lo sabía. Y quién sabe, tal vez puedas ayudarme a escribir la próxima gran historia sobre este lugar.

Capítulo 27 | PREPARATIVOS PARA EL FESTIVAL

A medida que se acercaba el festival cultural, la emoción en la Chinesca iba en aumento. El evento no solo sería una celebración de la historia compartida, sino también una oportunidad para mostrar cómo la comunidad había trabajado junta para proteger el barrio.  Lai 莱 y Genaro se reunían casi a diario, planificando el segmento sobre la historia de la Chinesca.

—Es increíble la cantidad de historias que hemos recopilado —dijo Genaro un día mientras revisaba sus notas—. He hablado con personas que crecieron aquí, y cada una tiene un recuerdo diferente de lo que era la vida en los túneles y en los campos.

 Lai 莱 asintió, mirando los documentos frente a ellos. A pesar de haber vivido toda su vida en el barrio, muchas de esas historias también eran nuevas para ella. Algunas hablaban de los primeros inmigrantes chinos que llegaron al valle de Mexicali, otros sobre cómo sobrevivieron las dificultades de la Ley Seca y los tiempos de persecución.

—Esas historias deben ser contadas —dijo  Lai 莱 con firmeza—. El festival es nuestra oportunidad de mostrarle a todos lo que este lugar significa realmente. No podemos dejar que todo esto quede en el olvido.

Ambos decidieron que su presentación no solo incluiría relatos orales, sino también una exposición visual con fotografías antiguas y documentos históricos, muchos de los cuales  Lai 莱 había encontrado en los túneles. Incluso hablaron de incluir una recreación teatral de un día típico en la vida de los inmigrantes chinos en los campos, con actores locales representando a los trabajadores chinos y mexicanos.

Mientras tanto, MarySilvia estaba inmersa en la organización general del evento. Había conseguido patrocinadores locales y nacionales, y la cobertura mediática estaba asegurada. Cada vez más personas en Mexicali y más allá se interesaban en el festival, lo que garantizaba que la historia de la Chinesca llegaría a un público mucho más amplio.

Capítulo 28 | TENSIONES BAJO LA SUPERFICIE

Aunque el festival estaba bien encaminado, no todo eran buenas noticias. A medida que el evento ganaba atención, algunos de los antiguos inversionistas que habían intentado modernizar la Chinesca comenzaron a mostrar nuevamente interés. Sabían que el éxito del festival significaba un mayor valor cultural y económico para el barrio, y algunos intentaron acercarse a los organizadores.

Una tarde, mientras  Lai 莱 estaba en el restaurante, un hombre de negocios que había estado involucrado en los planes de modernización años atrás, el Inversionista, se presentó sin previo aviso. Su llegada fue recibida con sorpresa, pero  Lai 莱 decidió escucharlo.

— Lai 莱, sé que tuvimos nuestras diferencias en el pasado —comenzó Gonzalo, con un tono que pretendía ser amigable—, pero veo que el barrio ha cambiado para mejor. El festival cultural está generando mucho interés, y eso es algo que no puedo ignorar.

 Lai 莱 frunció el ceño, manteniendo su calma.

—El interés de la gente es en preservar la historia, no en cambiarla por algo comercial —respondió ella.

Gonzalo asintió, pero no parecía del todo convencido.

—Entiendo tu postura, pero imagina lo que podríamos lograr si combinamos el valor cultural con un enfoque comercial. Hay muchas oportunidades aquí, y creo que podríamos hacer grandes cosas juntos.

 Lai 莱 lo miró fijamente, recordando los años de lucha para proteger la Chinesca. Sabía que personas como Gonzalo solo veían el valor económico, sin comprender lo que significaba el barrio para la comunidad.

—Lo siento, Gonzalo, pero no estamos interesados en cambiar lo que hemos logrado. El festival es para la gente, no para convertir la Chinesca en un destino turístico comercializado. La historia que contamos no tiene un precio.

Gonzalo sonrió con frialdad, sabiendo que no lograría convencerla.

—Ya veo. Pero recuerda, Lai 莱, las oportunidades no siempre están aquí para quedarse.

Con eso, se marchó, dejando a  Lai 莱 con una sensación inquietante. Sabía que no sería la última vez que se enfrentaría a personas como él, pero también sabía que no dejaría que la Chinesca se convirtiera en un objeto de explotación comercial.

Capítulo 29 | EL FESTIVAL COMIENZA

Finalmente, el día del festival llegó. Las calles de la Chinesca estaban decoradas con farolillos, pancartas y murales que representaban la historia de la comunidad china y mexicana. Familias enteras, turistas y residentes locales se mezclaban, disfrutando de la música tradicional y las exhibiciones que se extendían por todo el barrio.

 Lai 莱 y Genaro estaban nerviosos antes de su presentación. Sabían que su segmento sobre la historia de la Chinesca sería uno de los momentos más esperados del festival. Se habían esforzado por recopilar cada historia, cada documento, y ahora era el momento de compartirlo con el mundo.

El auditorio estaba lleno cuando ambos subieron al escenario.  Lai 莱 comenzó la presentación, explicando el origen de la comunidad china en Mexicali y cómo se habían establecido en el valle, mientras Genaro añadía las historias personales que su padre le había contado, historias sobre la amistad y la colaboración entre las comunidades.

—La Chinesca no es solo un lugar —dijo  Lai 莱 mientras proyectaba fotografías antiguas en la pantalla—. Es un testimonio de lo que podemos lograr cuando trabajamos juntos, sin importar de dónde venimos. Esta es la historia de nuestros abuelos, de nuestras familias, de todos los que construyeron este lugar con sus propias manos.

El público permaneció en silencio, cautivado por las palabras de  Lai 莱 y Genaro, y por las imágenes que mostraban una época pasada, pero no olvidada.

Cuando la presentación terminó, el auditorio estalló en aplausos.  Lai 莱 y Genaro intercambiaron una mirada de alivio. Habían logrado lo que se propusieron | mostrar al mundo lo que la Chinesca realmente representaba.

Capítulo 30 | NUEVOS COMIENZOS

Tras el éxito del festival, la Chinesca experimentó un renacimiento. La comunidad, inspirada por la historia que  Lai 莱 y Genaro habían contado, se comprometió más que nunca a proteger y preservar el barrio. Nuevas generaciones comenzaron a involucrarse en proyectos de restauración y conservación, asegurando que la historia de la Chinesca no se perdería.

 Lai 莱, con el éxito del festival y el reconocimiento que había obtenido por su trabajo, fue invitada a dar charlas en otras ciudades sobre la importancia de preservar la historia comunitaria. También continuó trabajando en su libro, sabiendo que la historia de su abuelo y de su familia necesitaba ser contada más allá de las fronteras de Mexicali.

Tito, por su parte, decidió quedarse definitivamente en Mexicali. Aunque había pensado en regresar a Guadalajara, la lucha por la Chinesca le había demostrado que su lugar estaba junto a  Lai 莱, ayudando a preservar lo que habían construido juntos. Además, su relación con MarySilvia y Genaro se había fortalecido enormemente, y sentía que formaba parte de una nueva etapa en la vida del barrio.

MarySilvia, viendo el éxito del festival, comenzó a planear nuevos eventos y proyectos culturales, sabiendo que la Chinesca tenía mucho más que ofrecer al mundo. Gracias a su influencia, el barrio se convirtió en un ejemplo a nivel nacional de cómo las comunidades pueden preservar su identidad y resistir las fuerzas del cambio comercial.

Genaro, inspirado por las historias que había recopilado y contado, decidió finalmente escribir su propio libro. Su obra no solo recogía las historias de su padre, sino también las experiencias personales que había vivido durante la lucha por la Chinesca. El libro fue bien recibido, y se convirtió en un referente para aquellos que buscaban comprender la rica historia cultural de Mexicali.

Epílogo | UN LEGADO PRESERVADO

Meses después de la manifestación, la Chinesca había renacido como un sitio protegido por el gobierno y la comunidad. El restaurante “Impelial Galden”, junto con los túneles y otros edificios históricos, se convirtieron en un símbolo del patrimonio cultural de la ciudad.

Lai 莱, Tito, MarySilvia y Genaro seguían trabajando juntos, asegurándose de que la historia de la Chinesca fuera contada de la manera correcta. Los turistas ahora llegaban para conocer no solo los túneles y el barrio, sino también las historias de cooperación entre chinos y mexicanos que habían definido la identidad del lugar.

El abuelo de  Lai 莱, aunque más frágil físicamente, caminaba con orgullo por las calles, sabiendo que su legado estaba seguro en las manos de su nieta y sus amigos.

Mientras tanto, El Magaña, fiel a su palabra, había publicado una serie de artículos que no solo contaban la historia del abuelo de  Lai 莱, sino que celebraban la lucha de la comunidad por preservar su identidad. Los rumores y las leyendas oscuras de los túneles se transformaron en relatos de resiliencia, y la verdad sobre lo que había sucedido allí finalmente salió a la luz.

Lai 莱, sentada una tarde en el restaurante, observaba cómo las nuevas generaciones llegaban a la Chinesca, curiosas por descubrir su historia. Sabía que, aunque había sido una batalla dura, lo que realmente importaba era el legado que había sido protegido.

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