ENTRE LA FIRMEZA Y LA MISERICORDIA: Una reflexión sobre el liderazgo que la humanidad necesita hoy
Carta abierta a quienes, desde la fe, forman, guían e inspiran a los jóvenes con su palabra, su ejemplo o su misión
Mayo 2025
Queridos amigas y amigos en la misión:
Vivimos tiempos complejos. Las estructuras se tambalean, los discursos se confunden y, sin embargo, algo esencial permanece intacto: el anhelo profundo de verdad, de sentido y de guía sincera.
Esta carta nace desde ese lugar interior donde se encuentran dos urgencias que muchos de nosotros sentimos a diario: la de formar a las nuevas generaciones con esperanza, y la de no perder el rumbo mientras lo hacemos.
Acompañamos con honestidad a jóvenes que aman a Dios con profunda sinceridad, que admiran a Jesús como figura luminosa y confiable… pero que a menudo miran a las instituciones religiosas o educativas con una mezcla de escepticismo, distancia o peor aún, indiferencia. No por rebeldía, sino por dolor. Por un amor que buscaron y no han encontrado.
Y por eso hoy, más que nunca quisiera que nos preguntáramos:
¿Qué tipo de liderazgo necesita la humanidad en este momento?, ¿qué rostro, qué voz, qué estilo puede ayudarnos a sostener el alma sin perder la forma, y la verdad sin apagar la ternura?Firmeza y misericordia: dos fuerzas que no deben separarse
A lo largo de la historia, muchos líderes han optado por uno u otro extremo: la firmeza sin compasión, o la misericordia sin columna vertebral.
Pero el liderazgo que hoy se necesita —en la fe, en la educación, en la familia, en lo público y en lo espiritual— debe unir ambas alas para volar: firmeza para no perder el horizonte, y misericordia para no perder al prójimo.No es fácil. Lo sabemos. Pero es el camino.
Y en estos días, mientras se discernía en distintos espacios sobre quién asumiría el liderazgo espiritual de referencia global, la pregunta se amplifica:
¿Cuál es la figura que puede ser luz, conciencia y consuelo para quienes buscan sentido?
La respuesta no es una persona. Es un perfil, un estilo, una manera de estar y de servir.¿Cómo reconocer ese estilo de liderazgo?
Desde hace más de dos décadas, acompaño procesos de liderazgo en contextos empresariales, educativos, sociales y con identidad católica.
Y en ese camino he encontrado en el modelo de Efectividad Gerencial de Reddin una herramienta útil para discernir no solo el carácter de un líder, sino su eficacia según el entorno.Este modelo indica que un liderazgo efectivo debe combinar cuatro cualidades esenciales:
- Firmeza ejecutiva (claridad, principios, estructura),
- Cercanía desarrolladora (escucha, formación, acompañamiento),
- Capacidad de unir (crear comunión, tender puentes),
- Transformación concreta (resultados visibles, servicio real).
El líder que la humanidad necesita hoy es alguien que no impone, pero no claudica. Que no cierra puertas, pero no borra los marcos.
Alguien capaz de ser figura referencial sin convertirse en figura dominante. Un pastor, un guía, un formador, un sembrador: con alta capacidad de conexión.Y si esta carta no fuera solo sobre ellos, sino sobre nosotros
Queridos hermanos y hermanas:
Este texto no es un análisis institucional ni una reflexión ajena.
Es un llamado humilde a quienes estamos todos los días cerca del alma de alguien más.
Sobre directores, gerentes, supervisores, docentes, madres y padres, hermanos, padrinos, tíos, entrenadores, directores de escuela, orientadores vocacionales, músicos, catequistas, tutores, coordinadores de grupo, talleristas, terapeutas, voluntarios y cualquier persona que puede ser espejo, puente o faro para alguien joven o con necesidad de guía o inspiración.¿Sabremos acompañar sin relativizar?
¿Sabremos marcar caminos sin endurecer corazones?
¿Sabremos liderar sin imponernos, y servir sin disolver nuestra voz?El momento es ahora
Ojalá que sigamos sumando a la figura de liderazgo espiritual global con el alma, con verdad y con compasión firme.
Pero más aún, ojalá nosotros mismos asumamos ese llamado en el metro cuadrado que nos toca: en el aula, en casa, en la parroquia, en la sala de terapia, en un ensayo musical, en la conversación más inesperada.Porque los jóvenes —y todos los que buscan orientación con honestidad— no nos piden perfección, nos piden autenticidad, dirección y amor verdadero.
Firmeza para no perder el norte.
Y misericordia para no dejar a nadie fuera.Con esperanza, respeto y fe compartida,
Roberto